¿Lees frecuentemente la Palabra de Dios para ir conociendo mejor los misterios de la vida de Cristo e ir identificándote cada vez más con ellos?

¿Eres capaz de entablar relaciones de amistad profunda con otros, de trabajar y vivir en grupo?

¿Aceptas a los demás tal y como son e intentas ayudarlos desde el cariño y el diálogo?

¿Eres capaz de compartir tus cosas, tu tiempo con otros, dándote con generosidad?

¿Te gusta colaborar en tareas comunes y estás siempre dispuesto a aceptar las sugerencias de otras personas?

¿Estás cultivando un espíritu de oración buscando momentos para Dios meditando…?

¿Tienes un corazón abierto para amar a todos sin prejuicios, olvidándote de ti y de tus intereses, dejando a un lado el egoísmo para darte sin  esperar recibir?

¿Estás disponible para hacer eso que pocos quieren hacer, para servir con prontitud cuando alguien te necesita?

¿Tu experiencia de Cristo te lleva a desprenderte de las cosas superfluas o frívolas a favor del prójimo en quien ves el rostro de Dios?

Si ya estás esforzándote por conseguir estas actitudes en tu vida de cada día, posiblemente hay lugar para que te vayas haciendo un planteamiento vocacional de tipo religioso.